El titanio es un metal que podemos encontrar en abundancia sobre la tierra, en minerales, animales y plantas. Ofrece unas características muy atractivas para la industria, por su alto poder anticorrosivo, alta dureza, baja densidad y resistencia a ácidos, entre otras. En consecuencia sus aplicaciones son muy diversas como por ejemplo en fabricación aeroespacial, en envolventes constructivas (Museo Guggenheim, Bilbao), en medicina para prótesis e implantes dentales, en automoción, en elementos deportivos (raquetas de tenis, palos de golf), en teléfonos móviles, en joyería, en fabricación de maquinaria, etc.
La reacción química natural del titanio con el oxigeno, da lugar al óxido o dióxido de titanio. Su aspecto es de un polvo muy fino, con un blanco puro muy intenso y brillante. Refleja toda la luz, incluso UV y el resto la absorbe. Estas dos propiedades hacen que sea un excelente pigmento y protector solar. El resultado como pigmento en pinturas es excelente consiguiendo un blanco de gran pureza, homogéneo, estable sin decoloración y muy cubriente. Pero su uso como pigmento y protector solar está muy extendido también en la industria alimenticia, textil, papelera, cerámica, plástica, artes gráficas, cosmética y farmacéutica.
Otro uso óptimo es como catalizador, por su poder de acelerar las reacciones que se producen con luz, lo que se conoce como fotocatalizador, de ahí su uso en los productos fotocatalíticos.
En la web de ChemicalSafetyFacts.org , enfocada a informar al consumidor sobre productos químicos de uso habitual, puedes ver más información sobre usos y seguridad del TiO2.